Para mi decepción, y creo que para la de
muchos españoles, lo que aventuraba hace un par de años al final se ha
confirmado, Rosa Díez no ha sabido ser la solución y su falta de cultura
democrática, junto con su soberbia y vanidad, le ha llevado al enfrentamiento
con una opción política prácticamente igual a UPyD y a la descalificación
barriobajera. Y en este enfrentamiento los ciudadanos parece que ya han tomado
una decisión, y ésta, como era de prever, por mucho que se empeñen algunos en
lo contrario, vaticina la desaparición práctica de UPyD.
Ahora asistimos a lamentos pueriles propios
de incompetentes, que no solo no supieron resolver los problemas políticos
planteados cuando tuvieron ocasión, sino que se negaron a escuchar a aquellos
que les aconsejaban sensatamente sobre los mismos. (Una situación que recuerda,
en demasiados aspectos, a la actitud del Gobierno anterior en los momentos previos
a la crisis económica).
Incompetentes que son incapaces de ver que
los problemas de UPyD no vienen de extrañas conspiraciones políticas ni de
oscuras maniobras periodísticas, sino de la soberbia y de los comportamientos
antidemocráticos de los que ha hecho gala la dirección en los últimos siete
años y que, a la postre, están pesando
más en el ánimo de los afiliados, y por ende en el de los ciudadanos, que las muchas
acciones positivas que ha realizado UPyD.
Y hablar de comportamientos antidemocráticos
nos llevaría a hablar de promover votaciones en negativo, porque el candidato
que se presenta a primarias no es del agrado de la dirección; de anular listas
electorales, aprobadas por la Asamblea Territorial correspondiente, por no
incluir a las personas del agrado del Consejo de Dirección; de suspender
Consejos Territoriales, porque son críticos con el Consejo de Dirección,
aplicando draconianamente los Estatutos; de no suspender un Consejo
Territorial, afín al Consejo de Dirección, a pesar de demostrarse que se eligió
falsificando votos; de expedientar a afiliados críticos simplemente por eso,
por ser críticos con el Consejo de Dirección; de anular elecciones democráticas
a un Consejo Territorial, alegando hechos banales, porque la opción que ganó
era crítica con el Consejo de Dirección; de vetar a afiliados, para impedir su
inclusión en las listas electorales de las próximas elecciones municipales, por
el simple hecho de ser críticos con el Consejo de Dirección y para acabar, a
hablar de que, en reciente proceso de primarias, la Comisión Electoral no ha
tenido el más mínimo reparo en mentir y la Comisión de Garantías, añadiendo una
gran dosis de cinismo, tampoco ha tenido ningún reparo en dar por adecuado un
comportamiento contrario a nuestros Estatutos, con tal de favorecer a un
miembro del Consejo de Dirección.
Y son estos comportamientos, y no esas
teorías paranoicas de las conspiraciones, que defienden los miembros del
Consejo de Dirección y todos aquellos incapaces de ver con ojos críticos y
cegados por ambiciones personales, lo que ha llevado a UPyD a la situación
actual.
No han sido ni sus ideas ni sus propuestas
las que han llevado a UPyD a una situación de casi desaparición, ya que estas
ideas y propuestas que, con algunas variaciones, está defendiendo Ciudadanos,
cuentan con una considerable aceptación por parte de los ciudadanos.
Y después de este desahogo y cuando estamos
a una semana de las elecciones al Parlamento Andaluz, cuando UPyD no aparece en ninguna encuesta con opciones a
conseguir representación, cuando todo indica que no alcanzará los resultados de
las anteriores elecciones y que la tendencia es la misma en todo el territorio
nacional, ¿Qué hacemos?
En primer lugar habría que plantearse si
UPyD tiene posibilidades de subsistir en el actual panorama político. Mi
opinión es que no, o son mínimas, y por estas razones:
.- UPyD ha perdido la iniciativa y su
espacio lo ha ocupado una opción política, que es prácticamente igual, y que
ofrece a los ciudadanos españoles una política de generar mayorías mediante la
unión con otras fuerzas políticas. Esto se percibe como positivo y, en cambio,
la opción de UPyD de creerse los únicos capaces de resolver en solitario los problemas de los ciudadanos es negativa.
No puede ser que todos sean malos y UPyD el único bueno. Además, los ciudadanos
están viendo que el PP y el PSOE se han
puesto nerviosos, pero no por UPyD, ni siquiera por PODEMOS, sino por
Ciudadanos, lo que de alguna forma confirma su estrategia.
.- La otra razón es la actual dirección de
UPyD y, especialmente, la figura de Rosa Díez. Durante siete años tuvo
oportunidad de haber neutralizado a C,s, y en vez de eso se dedicó a ignorarlo
y ningunearlo. Ahora lo que ven los ciudadanos es que Albert Rivera le ha
ganado la partida y que ella es la perdedora.
Si a esto añadimos su dilatada vida
política, su pasado en el PSOE, su época de eurodiputada, (sicav incluida), su
deseo de presentarse a una tercera legislatura, (habiendo forzado un cambio
estatutario para que esto sea posible), el previsible desastre en las
elecciones andaluzas, (que aunque se empeñen en achacarlo a los críticos o a
que los afiliados no han trabajado suficiente, acabará señalando a la
dirección), y la forma tan autoritaria de dirigir el partido, las previsiones
ante un nuevo reto electoral, como serán las municipales, son poco menos que
catastróficas. De las próximas generales, ya ni las contemplo.
En mi opinión, las mínimas opciones de
subsistir para UPyD, en la actual situación política, pasarían por conseguir,
por difícil que sea, una coalición con C,s. Mantener el enfrentamiento significa
la liquidación de UPyD, salvo que ocurran hechos excepcionales o C,s cometa algún
error.
Ahora bien, para pensar en esa posibilidad
hay que provocar la dimisión de Rosa
Díez y su equipo. Y esto se presenta realmente difícil dada la poca unión que presentan
los diferentes grupos críticos, la poca disposición de ella a dimitir y la
constante baja de militantes que debilita a aquellos.
Los dos grupos crítico más visibles son los
que se aglutinan alrededor de los eurodiputados Calvet y Maura. Habría también un grupo de afiliados
que siendo críticos con la dirección de UPyD, no acaban de sentirse cómodos en
ninguna de las dos iniciativas. El resto de afiliados se encuadrarían entre los
que siguen a rajatabla a la actual dirección y los que, teniendo una posición
no muy definida, prefieren esperar a las municipales, por ver que pasa o por
esperar conseguir alguna concejalía.
En esta situación si Calvet y Maura, como
cargos electos de UPyD, y al margen de sus ideas e interese concretos, acompañaran
un movimiento o actuación que, en combinación con el estado de opinión generado
por los resultados de las elecciones andaluzas, tuviera el objetivo de provocar
la dimisión de Rosa Díez, quizás se pudiera pensar en el éxito de dicha
actuación. Una reunión de todos los que hoy somos críticos con la actual dirección,
más los que se harán críticos después de las andaluzas, ante la sede de UPyD
pidiendo la dimisión de Rosa Díez podría tener éxito.
La posibilidad es remota, pero es la única
que yo veo para que UPyD pueda subsistir o, en el peor de los casos, para que
el proceso de extinción sea lo menos traumático posible.
O practicamos la unión sobre interese
comunes o desaparecemos. Y ahora, el único interés común a todos los que somos
críticos con el actual Consejo de Dirección, es precisamente ese, el estar convencidos
de que quién ha hundido a UPyD es Rosa Díez y su equipo.
El empeñarnos en si C,s defiende lo mismo
que UPyD o no, o si es mejor crear corrientes o asociaciones, o si es mejor
esperar a después de las municipales o no, es ir directos a la desaparición, o lo que es
peor, a que se enquiste Rosa Díez en un escuálido partido, con unas decenas de
concejales, algún diputado regional, dos eurodiputadas y no más. Y digo dos
eurodiputados, porque dudo que Rosa Díez y su entorno permitan que en un futuro
próximo Maura y Calvet sigan siendo eurodiputados de UPyD.
Las posibilidades son escasas e inciertas,
pero en mi opinión es lo único que hay. Personalmente tengo pocas esperanzas de
que lo que he escrito llegue a materializarse, y que tiene más de deseo que de
realidad, pero es un último intento por evitar la
desaparición de UPyD. Si alguien más ve positiva esta idea, o tiene otra mejor, que lo diga.
Angel Milla