domingo, 21 de agosto de 2011

OTRA OPORTUNIDAD PERDIDA

OTRA OPORTUNIDAD PERDIDA

A principio de mes el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, lanzó la propuesta de que su partido no concurriría a las próximas elecciones generales en solitario y que, únicamente, se planteaban tal posibilidad en el caso de concurrir, como mínimo, junto a UPyD, para conformar una tercera vía constitucionalista en España.
Como es habitual en España, en el ámbito de los partidarios con los planteamientos constitucionalistas, en vez de explorar las posibilidades de tal colaboración; en vez de evaluar los beneficios que podría reportar tal colaboración a la ciudadanía española; en vez de mostrar un espíritu integrador y positivista y en vez de aprender del pasado se ha optado por la descalificación sinsentido y por el rechazo basado en ideas peregrinas y en orgullos personales.
Desde sectores que provienen de los inicios de C,s., se  rechaza la posible colaboración aludiendo al oportunismo político de Rivera y al sentimiento, tan humano y español, de considerar al adversario político como enemigo y, en consecuencia, no se le puede dar la más mínima posibilidad de supervivencia.
Desde UPyD, como destinatario de la propuesta, se ha respondido con la altivez del que se cree en posesión de la verdad absoluta, (curiosamente tal como C,s. respondió a UPyD en sus inicios), y se ha descalificado la propuesta sin más.
En ambos casos se comete el terrible error de despreciar a la inmensa base electoral que sustenta C,s. y que, en ningún caso, nadie confunda con la dirección de C,s. Querer saldar o zanjar antiguos desencuentros entre las direcciones de UPyD y C,s. a base de defraudar las expectativas de los ciudadanos es simplemente inadmisible.
Además, en el contexto actual de la situación política, no estaría de más el echar un vistazo a la historia y ver como acabaron movimientos sociales que en el pasado fueron “secuestrados” por la vanidad y la soberbia de sus dirigentes. Actitudes que hicieron imposible alcanzar unos mínimos acuerdos para conseguir una viabilidad democrática para este país y que acabaron hundiendo a España en el pozo de la historia.
Que en UPyD no se olvide que C,s. no es un partido que surge al amparo de la proyección mediática de un líder, sino que es un movimiento que surge de la sociedad civil, harta de un nacionalismo excluyente y de la incapacidad de los partidos, digamos constitucionalistas, de ponerse de acuerdo para establecer un proyecto de desarrollo político común a todos los españoles. Este movimiento entusiasta, que mientras les reportó protagonismo y actualidad contó con el apoyo de un amplio abanico de intelectuales, no se dedicó a manifestaciones ni a realizar actos violentos al margen del sistema constitucional, sino que se organizó, se estructuró y creó las condiciones adecuadas para influir en la actividad política. Lamentablemente para la sociedad, esta capacidad de influir en la actividad política quedó gravemente cercenada por la incapacidad de la dirección de C,s. para ver más allá de sus intereses personales y por su ineptitud a la hora de estructurar el partido.
Si ante las próximas elecciones generales, y aunque sea por meras razones de supervivencia política, la dirección de C,s. ha lanzado la propuesta de conformar una gran opción electoral, capaz de influir en la política de España y en la que se unan el liberalismo progresista y el socialismo democrático, la dirección de UPyD deberá hacer honor a sus planteamientos programáticos y afrontar de una vez por todas la responsabilidad de liderar ese movimiento que alumbre la “tercera España” y que consiga definitivamente enterrar las dos “viejas y cainitas Españas”. Y deberá hacerlo porque esa sociedad civil necesita ese liderazgo, porque ha quedado al descubierto la capacidad de la dirección de C,s. y porque para UPyD, (como para cualquier otro partido político), es fundamental la participación de Catalunya en el proyecto.
Y aunque este objetivo pueda parecer, hoy por hoy, muy ambicioso, no cabe duda que en algún momento habrá que empezar a poner los cimientos que nos lleven a conseguir construir esa España democrática y justa. Para conseguir esto no es el mejor camino seguir empeñado en repetir machaconamente, una y otra vez, que se es el único partido nacional; que se es diferente y que es el único que realmente aboga por la regeneración democrática.
Querer construir esa tercera España desde el centralismo más autocrático, alentando en Catalunya la resurrección de viejas y fracasadas políticas reformistas surgidas en el seno de la burguesía catalana, es simplemente una mala utopía. Quizás, mientras haya cierto apoyo mediático y el despecho cosechado por los dos grandes partidos nacionales sea tan elevado, UPyD tenga cierto recorrido electoral y consiga colocar unos cuantos cargos institucionales, pero nunca será una alternativa diferente de los actuales partidos políticos.
Como ya he dicho, para ser una alternativa diferente se tendrá que actuar de acuerdo con  nuestros planteamientos programáticos, no basta con ir diciendo todo el día que somos tal o cuál, sino que hay que demostrar con los hechos que realmente somos así.
Antes de finalizar un apunte sobre estrategia política. Nunca antes, ningún partido se presentó ante unas elecciones legislativas con las estructuras territoriales de las dos principales comunidades autónomas dirigidas por gestoras provisionales. Hay que recordar que para tener alguna significación política en este país hay que ser alguien, al menos, en una de las dos comunidades. No tener representación ni en Andalucía ni en Catalunya, será el fin del proyecto regeneracionista de UPyD.
Y acabo con mis mayores deseos de que me haya equivocado con el título de este escrito.
Angel Milla