jueves, 23 de diciembre de 2010

RABIA Y SOBERBIA

A casi un mes de las elecciones de Catalunya y después de haber cosechado un resultado realmente negativo, todo sigue igual. Mejor dicho, todo sigue peor. Cuando lo hechos, la experiencia y el sentido común nos obligan a la autocritica constructiva, a la reconsideración de los planteamientos iniciales y a la búsqueda de amplios consensos la realidad es justo al revés.
En vez de autocrítica, lo que se hace es una crítica feroz y destructiva del que no coincide con nosotros. Y si, al menos, esta crítica tuviera fundamentos políticos algo aprenderíamos, pero solo se basa en argumentos insignificantes o en meras cuestiones personales.
A pesar de los resultados obtenidos todo el mundo se empeña en mantener sus planteamientos, nadie está dispuesto a reconocer ni tan siquiera un mínimo error. Y en este punto, las circunstancias en las que se desarrolló la campaña electoral dificultan y complican sobremanera el posible entendimiento. Desde el Consejo Territorial de Catalunya se argumenta que al no ser ellos los que han dirigido la campaña electoral, tampoco se consideran responsables de los resultados. Se consideran unos meros ejecutores de una campaña dirigida, en todos sus aspectos, desde el Consejo de Dirección en Madrid. Por contra, desde el Consejo de Dirección se considera que el actual CT ha sido incapaz de desarrollar  la campaña electoral diseñada por ellos y en consecuencia es responsable del descalabro electoral sufrido. Lo dicho, imposible el entendimiento.
Cuando el sentido común indica que después de unos resultados como los obtenidos hay que replantearse todo y en vez de eso se hace gala de un inmovilismo total, al futuro del partido, aquí en Catalunya, se le puede calificar de todo menos de esperanzador.
Pero si, aun sin la autocrítica necesaria ni el replanteamiento de los posicionamientos originales, al menos se buscara el máximo consenso desde el convencimiento de las ideas y desde la voluntad de hacer grande al partido y no a las personas, el futuro sería posible. Y me refiero al futuro de un partido que sea algo más que unas siglas al servicio de intereses personales, un partido que por encima de cualquier otro aspecto esté por el servicio a los ciudadanos y por defender sus intereses.
Lamentablemente esto de buscar consensos, de generar afinidades más allá de los intereses particulares, de ceder en aspectos meramente personales, de no considerar enemigo al que discrepa y de buscar el bien para el partido son meras utopías en UPyD Catalunya.
Desde luego que para superar esta situación no ayuda el que se esté ocultando lo que parece ser una dimisión en bloque de cuatro de los nueve componentes del CT. La única información que hay al respecto es oficiosa y basada en las declaraciones de los dimisionarios. Ahora que está tan de moda el derecho a la información y se aplaude lo que ha realizado Wikileaks, sobre todo cuando se refiere a aspectos negativos del contrario político, aquí optamos por el secretismo y se desprecia el derecho a la información que consagran nuestros Estatutos. Nadie dice nada ni da explicaciones de lo que ocurre, pero si se intenta usar esa desinformación con fines políticos, unos queriendo dar la impresión de que todo sigue igual y que no ha pasado nada y los otros queriendo dar una imagen de desastre total y queriendo forzar soluciones al margen de la ética política.
Parece mentira que jugándonos lo que nos jugamos, una nueva forma de hacer política, un sistema electoral más representativo y un ejercicio de los derechos de los ciudadanos más justo, no seamos capaces de actuar en común y volvamos a repetir los problemas de entendimiento político tan propios de este país.
Claro que cuando el actual equipo de dirección está liderado por quien se cree la última esperanza del movimiento no nacionalista, se considera un dechado de virtudes políticas, considera que los únicos resultados electorales a considerar son los que le favorecen y que no es capaz de responsabilizarse de sus propias propuestas y compromisos, las posibilidades de acuerdo son mínimas. Si además en frente se tiene a quién a estas alturas no ha asimilado su derrota en las elecciones de marzo, se presume de ser expertos políticos por que se juega a las intrigas, no se acepta el reto democrático de exponer sus planteamientos al veredicto de las urnas, se espera el nombramiento a dedo y se trata al adversario político como si fuera el enemigo más despreciable, entonces no es que las posibilidades de acuerdo sean mínimas, simplemente desaparecen.
Es de esperar  que después de estos días y una vez evaporados los efluvios festivos, con la llegada del año nuevo se den los pertinentes cambios de actitud en todos que permitan  dibujar un futuro más prometedor y si, así se decide,  se puedan encarar con dignidad las próximas elecciones locales. Si esto es así, será realmente ilusionante el participar y esforzarse por hacer crecer a UPyD, el extender el ideario del partido y soñar con que en un futuro próximo UPyD sea capaz de articular la vida política de este país.

Angel Milla

viernes, 10 de diciembre de 2010

FRANQUICIAS Y CIUDADANOS

Todavía sorprendido por los desastrosos resultados obtenidos en las pasadas elecciones, sigo dándole vueltas a todo lo ocurrido e  intentando descubrir qué hemos hecho mal para que un partido como Unión, Progreso y Democracia, con un programa regenerador de la vida política española y reivindicativo de la justicia social, haya obtenido tales resultados.
Un aspecto que nos ha perjudicado es el empeño que se ha puesto en negar a los demás por encima de explicar nuestros aspectos positivos y en esto se ha llevado la palma el uso machacón del “UPyD no quiere franquicias”, entre otras expresiones similares.
Con el uso de esta terminología se ha introducido un cierto carácter mercantilista en nuestra campaña que no casa bien con un partido político y que además es difícil de entender por los ciudadanos. Lo natural para un partido como el nuestro, con apenas tres años de vida, con serias dificultades para crecer, sería el buscar, precisamente, lo que en términos empresariales se conoce como franquicia y que en términos políticos serían otras organizaciones de ámbito autonómico o local. Pero como ya he comentado en otras ocasiones, la ambición y vanidad de creernos mejores que nadie, nos ha llevado a  rechazar a todo el mundo, en contra de nuestra filosofía política y de lo que nuestro propio nombre indica, y claro, por no negar con su nombre al que se supone que sería la franquicia de UPyD, hemos hecho uso de semejante término, repitiendo la negación en todo momento y lugar, viniera a cuento o no.
Con esta negativa a querer compartir con otras entidades políticas la lucha por la igualdad y la justicia de los ciudadanos hemos dado la imagen que, justamente, deploramos en los demás partidos políticos, la imagen de que importa más el partido que los ciudadanos, que importa más nuestros propios cargos que el participar de una forma desinteresada en la política.
Y si, cómo se ha opinado, el haber ido en coalición con, digamos ya el nombre de la hipotética franquicia, Ciudadanos hubiera supuesto el haber conseguido al menos un diputado más que sumar a los obtenidos por C,s., el asunto de que UPyD no quiera  franquicias y lo que esto significa , raya en el despropósito. En vez de haber conseguido un diputado más que sumar al constitucionalismo, hemos sido borrados prácticamente del mapa político de Catalunya y ahora ¿cómo vamos a ser un partido nacional si no tenemos presencia ni en el  Parlament ni en la calle?; ¿basta para ser nacional con tener representación en el Congreso de los Diputados?
Evidentemente, a priori es difícil el conocer los resultados de un proceso electoral y los dirigentes de un partido político, ante una cita electoral, tienen la libertad para proponer como se participa, si en solitario o en coalición con otros partidos, pero una vez conocidos los resultados de la cita electoral, deben asumir su responsabilidad tanto en el éxito como en la derrota. Y si es una derrota sin paliativos, como  en el caso que nos ocupa, con más razón.
No quisiera acabar sin hacer una reflexión acerca del rechazo que existe en UPyD hacia C,s. y que no tiene otra explicación que una lucha por ocupar el mismo espacio ideológico, al margen de cuál es la mejor opción para los ciudadanos. Y que por añadidura está condicionando la relación  y consideración de los afiliados a UPyD que provienen de C,s. Si esta va a ser la política de UPyD para conseguir un día llegar a ser determinante en la vida política española, ese día no llegará nunca. Cuanto antes se recupere un espíritu de integración dentro del partido; cuanto antes se recupere un espíritu de unión con partidos o grupos afines y cuanto antes se produzca una renovación de los modos de gestionar el partido, antes nos situaremos en camino de ser un partido con verdadera vocación de servicio público y antes recuperaremos la confianza de los ciudadanos.
Y a todo esto, ¿qué sabemos del Consejo Territorial y de nuestro ex-candidato? Nada, prácticamente nada, una bien intencionada carta de agradecimiento por parte de la Coordinadora y un extraño artículo con un desafortunado título por parte del ex-candidato pero, eso sí, sin atisbo por ningún lado de eso que se llama asunción de responsabilidades, ya sea por acción o por omisión.
Angel Milla

lunes, 6 de diciembre de 2010

MANTENERLA Y NO ENMENDARLA

En el anterior escrito quise reflejar la idea de que después de las elecciones empezaría una nueva etapa en la que, dado el rotundo fracaso cosechado en las elecciones, buscaríamos analizar con rigor lo sucedido para tomar las medidas necesarias que recondujeran a nuestro partido al centro de la actividad política.
Para mi sorpresa parece que nada de eso va a ocurrir, al menos a tenor de las declaraciones de dirigentes de nuestro partido. Lamentablemente seguimos con el “mantenerla y no enmendarla”, certero refrán que viene calificando la vida política de este país desde hace más de trescientos años y que ha hecho que perdamos el tren del progreso y de la modernidad de la vida política y social.
Como respuesta al fracaso cosechado, a algunos dirigentes de UPyD , partido que hace gala de querer regenerar la vida política y social de este país, no se les ha ocurrido otra cosa que el cuestionar la inteligencia de los ciudadanos de Cataluña a la hora de decidir lo que quieren votar, en vez de realizar un análisis crítico de lo ocurrido. Esto, en principio, implica un par de consideraciones a cual más negativa. Por un lado, si estamos convencidos de que lo hemos hecho bien y que la culpa es de los demás difícilmente vamos a corregir los errores, con lo que nuestro futuro queda más que cuestionado. Como segunda consideración, y para mi mucho más grave, es ¿qué categoría, como político, tiene un dirigente de un partido político que ante un resultado lectoral adverso su reacción es la de insultar, considerando poco menos que cómo  ignorantes, a los ciudadanos, en este caso de Cataluña, que han decidido elegir otras opciones?. Parece ser que lo que se declara en el Manifiesto Fundacional   “ consideramos  a los ciudadanos capaces de pensar por sí mismos y de elegir en consecuencia, de acuerdo con las ofertas de los partidos y su experiencia de la situación histórica que vivimos”, es una mera declaración retórica y sin ningún fundamento, porque si realmente actuáramos tal como decimos, deberíamos ser capaces de reconocer que los ciudadanos, usando su capacidad de pensar y de elegir, no han optado por UPyD, porque simplemente lo hemos hecho muy mal. Evidentemente, alguien tendrá que afrontar la responsabilidad por lo ocurrido.
La coartada del vacío informativo y del poco eco mediático que han tenido nuestras propuestas pudiera ser tenida en cuenta si no hubiera partidos que, teniendo todavía menos eco mediático y un mayor silencio informativo,( y líderes totalmente desconocidos),  han tenido una aceptación por parte de los ciudadanos muy superior a la que hemos obtenido nosotros. Véanse los casos del partido DES DE BAIX y el de CIUDADANOS EN BLANCO. También es muy significativo que más de noventa y dos mil ciudadanos hayan decidido votar en blanco, sin que hayan considerado el votarnos a nosotros, el partido defensor  de la regeneración democrática.
En fin, que si a pesar de lo ocurrido, los dirigentes de nuestro partido siguen considerando que todo lo hacemos muy bien, que nuestras propuestas son las únicas acertadas y que la solución es continuar haciéndolo igual y no cambiar, realmente tenemos un grave problema. Para acabar, ¿realmente los ciudadanos de Cataluña son tan ignorantes a la hora de elegir a sus representantes?
Bueno esperaremos el devenir de los acontecimientos para ver cómo se desarrollan. Y de franquicias y ciudadanos, hablaremos otro día.