A pesar del ideario de UPyD y del trabajo realizado por
muchos afiliados y simpatizantes durante la campaña electoral, los errores
cometidos por la actual dirección del partido, y que los afiliados hemos
permitido por acción u omisión, han colocado a UPyD al borde de la irrelevancia
política, haciendo necesario e imprescindible un cambio profundo en sus formas
y modos de hacer política, sino se quiere ir a la desaparición pura y simple.
Lamentablemente, el prometido congreso extraordinario para
elegir un nuevo Consejo de Dirección no parece que sea el camino para el necesario e imprescindible cambio profundo. Más
bien parece un camino a perpetuar los errores de UPyD. En la situación actual,
no solo se necesita un cambio en la dirección del partido, sino un cambio en la
forma de hacer y entender la política.
Hace ya mucho tiempo que se viene hablando de la necesidad de
un congreso extraordinario, pero sin pararse a considerar críticamente, no solo
si la actual UPyD tiene realmente cabida en el actual panorama político
español, sino si es un partido que aporta algo nuevo a la política española.
Todavía hay afiliados que siguen pensando que UPyD es el
partido que representan las esencias de la regeneración democrática y el
partido por el que suspiran los ciudadanos españoles, sin querer ver que los
ciudadanos españoles hace tiempo que han dado la espalda a UPyD, tal como hoy
se le conoce. Seguir empeñados, como en muchas ocasiones expresan dirigentes y afiliados, que son los
ciudadanos los equivocados, es no entender la esencia de la democracia, y por
ese camino no hay futuro.
Muestra de esta forma de pensar es que, ante la convocatoria
del congreso extraordinario, una de las ideas principales que presentan los
grupos que se están postulando para dirigir el partido es la de conseguir mayor
presencia mediática. Parece ser que basta con una simple corrección cosmética de
las graves deficiencias democráticas que presentan UPyD y conseguir un equipo
mediático para que los ciudadanos vuelvan a confiar en nosotros. Nadie quiere
darse cuenta que el panorama político actual es radicalmente distinto al de
hace un par de años, cuando a UPyD se le vaticinaba el éxito.
Y esta nueva situación requiere un análisis profundo, un
análisis que incluya, cuando menos, un estudio de por qué PODEMOS y C,s han
tenido éxito y UPyD ha pasado del éxito al fracaso. Seguir empeñados en el
análisis simplista de que nuestro fracaso se debe a que los medios no nos han
hecho caso, es ir directos a la desaparición. Además, habrá que analizar
seriamente si, en el nuevo panorama político, la actual UPyD ofrece algo
diferente a lo que ya ofrecen otros partidos. Y seriamente quiere decir que no
sirven planteamientos de si un partido ofrece regeneración democrática, esto es
verdad si lo dice UPyD y falso si lo dicen PODEMOS o C,s, pongamos por caso.
Y es obvio que los términos en los que se plantea el congreso
extraordinario no dan ninguna posibilidad a tratar estos asuntos. Seguir con
este supuesto congreso es seguir con la falacia de las primarias, que ni han
sido primarias ni democráticas.
Es imprescindible en política que los modos y las formas de
defender las ideas sean totalmente democráticos y que lo que se dice se
corresponda con lo que se haga, además de que en el sistema político español la
acción política de los partidos debe atenerse a lo dispuesto en La Constitución
Española, especialmente en su artículo seis.
Y la decisión con la que el actual Consejo de Dirección
pretende iniciar la regeneración del partido y dar muestras de comportamiento
democrático no sirve para ninguna de las dos cosas. Ni sirve para regenerar el
partido, ya que no da opción a analizar los modos y formas de hacer política,
ni es democrática, al pretender el viejo e incompetente CD ser juez y parte en
su propio relevo.
Si ya el actual posicionamiento de las diferentes
candidaturas, con su imagen de desunión y su apelación a la adhesión en vez de
a la unión alrededor de ideas comunes, nos lleva al fracaso, su aceptación
tácita de este proceso certificará el fin de UPyD.
Si queremos volver a ser protagonistas de la vida política de
España, el único camino que nos queda es el hacer bandera, (junto a las ideas
que ya nos han copiado todos), de comportamientos, tanto de palabra como de
hecho, absolutamente democráticos. Es en este aspecto donde los nuevos y viejos
partidos siguen fallando, en los modos y
formas de hacer política.
Ante esta situación, y como ya han defendido en términos parecidos
algunos compañeros, quisiera apelar al espíritu democrático de todos los afiliados, que componen y apoyan las
candidaturas que se están postulando estos días, para que rechacen el congreso
extraordinario en los términos en que está planteado.
En el caso que se siga adelante con la convocatoria de dicho
congreso, abogo para que se conforme una candidatura de unión al Consejo de
Dirección con el único fin de convocar un congreso refundacional.
Lo ideal, para no perder más tiempo y disponer del máximo
tiempo para trabajar en la refundación del partido, sería que el actual CD
dimitiera y se nombrara una gestora con el objetivo de convocar ese congreso refundacional.
Este Consejo de Dirección o Gestora, aparte de organizar el
congreso refundacional, debería proceder a habilitar un espacio de
comunicación, común y libre, entre todos los afiliados que permita un confrontación
democrática de ideas entre todos afiliados. Que los estos no tengan que
depender de sus habilidades en las redes sociales o de si son o no aceptados en
los diferentes grupos para expresar sus ideas o estar informados.
Debería proceder a presentar un estado de cuentas y de
afiliación real y al día. Y considerar el adecuar la cuota de afiliación a un
valor acorde con la que tienen el resto de partidos políticos.
Y también debería habilitar el canal adecuado para que todos
los afiliados de UPyD que se han ido o han sido expulsados, puedan volver al
partido. En este punto quiero aconsejar, a mayores y jóvenes, que se acuerden
de la Ley de Amnistía Política de Adolfo Suárez y lo que representó para la
democracia española.
Con este planteamiento, radicalmente democrático, UPyD
volvería a recuperar su espíritu de regeneración política; a ser un partido
basado en una amplia base de afiliados; a ser totalmente transparente, tanto de
palabra como de hecho y a ser el partido que indica el camino a seguir.
Solamente volviendo a los planteamientos originales, tanto de palabra como de
hecho, UPyD tendrá una opción de aportar algo positivo a la política española.
Y que solo con un simple cambio tutelado de CD no lo podrá conseguir.
También hay que considerar que este planteamiento permitiría
alejar en el tiempo los pasados desastres electorales y evitar los
enfrentamientos y resquemores existentes entre los afiliados a propósito de la
participación en las elecciones; nos permitiría tener tiempo para conocer en
profundidad a los equipos que se postulan para dirigir el partido, así como a
las personas que los componen; nos permitiría el practicar la unión, algo que
debería ser más habitual, sobre el punto en el que coincidimos una mayoría, que
es la necesidad de refundar el partido, y no tener que mostrar unas diferencias
que, aún siendo naturales y lógicas, no ayudan a la refundación.
Si UPyD no consigue cambiar radicalmente, recuperando su
planteamientos iniciales, y que los ciudadanos perciban ese cambio no solo en
las palabras, sino también en los hechos, UPyD no tendrá futuro. Y ese cambio
no se consigue con el congreso anunciado.
Ángel Milla