Tiempos
complejos y amenazantes los que se avecinan para C,s, en los que, si
las encuestas no se equivocan, van acabar cristalizando las malas
decisiones tomadas por la dirección, poniendo al partido al borde de
la irrelevancia, incluso ante su desaparición.
Tal
como ocurriera con UPYD, en el que la ambición y vanidad personal de
su máxima dirigente llevó al partido a su irrelevancia, ahora es
C,s, quién según la mayoría de vaticinios, se encuentra en una
posición similar.
Como
ha demostrado la historia en innumerables ocasiones, el partido
político que abandona sus posiciones ideológicas y sustituye éstas
por objetivos que solo persiguen colmar la ambición y la vanidad
personal de sus máximos dirigentes, están condenados a la
irrelevancia, y en España ya hemos tenido unos cuantos casos.
C,s
surgió como un partido que se situaba inequívocamente en el centro
del espectro político, basando su acción política en el socialismo
democrático y en el liberalismo progresista, con el objetivo
principal de impedir que los partidos nacionalistas acabaran, de una
forma insolidaria y separatista, condicionando la política de España
en su exclusivo beneficio, y con un objetivo añadido de acabar con
el bipartidismo.
Parece
ser que, en algún momento, alguien convenció a Albert Rivera y a su
equipo de que, en contra de la posición ideológica que definía a
C,s, era conveniente abandonar toda referencia al socialismo
democrático y abandonar la centralidad pues, según los cantos de
sirena que susurraban a los oídos de Albert Rivera la idea de que
era posible sustituir al Partido Popular y convertirse en el líder
de la derecha española y futuro presidente de España, esa
referencia era incompatible con esa idea. Además esta idea, la de
querer ocupar el lugar de uno de los dos partidos que definen al
bipartidismo, es contraria a los objetivos de C,s y convierte en una
tomadura de pelo la pretendida lucha contra el bipartidismo.
Con
esos objetivos, y espoleado por su ambición y vanidad personal,
porque si no no se entiende, Albert Rivera prestó apoyo
incondicionado al PSOE de Pedro Sánchez, con motivo de la moción
de censura contra el gobierno de Mariano Rajoy,(y si hubo
condiciones, no se ha visto que éstas se respetaron o se cumplieron
por parte del PSOE de Pedro Sánchez).
Al
final, y a pesar de los extraordinarios resultados obtenidos en las
elecciones del 27 de abril, el darse cuenta de que lo único que ha
hecho C,s en todo estos meses desde la moción de censura, es hacer
el trabajo sucio al PSOE de Pedro Sánchez, debilitando al PP y sin
obtener la recompensa soñada en la que se ha ofuscado Albert Rivera,
( esto es, sustituir al PP en el liderazgo de la derecha española),
ha hecho que Albert Rivera cometa el mayor error para un político,
no ser capaz en lo más mínimo de hacer valer sus 57 Diputados y,
además, aparecer como un simple intransigente caprichoso, porque él
no ha conseguido lo que quería, olvidándose de que su obligación
es satisfacer los deseos de los que le votan, quienes, ahora mismo,
parecen que le van a dar la espalda de una forma masiva, y claro, el
problema no es que le den la espalda a Albert Rivera, sino que se la
den a C,s.
A
estas alturas, Albert Rivera, abandonando su vanidad y su absurda
ambición, ya debería haber reflexionado seriamente y haberse
planteado que así no se puede seguir, que el partido está muy por
encima de sus ambiciones personales y de que si él quiere tener
algún futuro político, éste pasa porque renuncie a estas
elecciones ya, en vez de esperar a verse forzado a dimitir por los
previsibles malos resultados electorales. No tiene que mirar muy
lejos ni rebuscar en la historia para ver que ocurrirá si no,
simplemente debería aprender de lo ocurrido con Rosa Díez y UPYD.
Una
renuncia en estos momentos, por extraordinaria, tendría un efecto
muy contundente, y positivo, en cuanto asumir responsabilidades, y si
su figura se sustituye por la de Inés Arrimadas, es más que
probable que las previsiones de resultados electorales que se están
haciendo quedaran totalmente obsoletas y C,s mejoraría de una forma
muy sensible sus previsiones.
Si
a esto añadimos que por ser Inés Arrimadas la que encabeza la lista
por Barcelona, y a la fecha la más votada en Cataluña, no solo
pondría en primer lugar de la campaña electoral a Cataluña, con lo
que eso significa en esta ocasión, sino que ciudadanos catalanes
tendrían la oportunidad de elegir a una mujer como candidata a
presidir el Gobierno de España.
A
esto habría que añadir el efecto que la presencia de Inés
Arrimadas tendría sobre el electorado tradicional del PSC,
electorado que en las últimas ocasiones, y dado el indisimulado
apoyo del PSC al nacionalismo, ha optado o por quedarse en casa o por
votar C,s.
En
estas circunstancias y en mi opinión, creo que es imprescindible que
Albert Rivera, en un ejercicio de responsabilidad y de compromiso con
el partido y con las personas que creen en C,s, y para evitar un mal
mayor, decline participar en las próximas elecciones y presente su
renuncia, y que el Consejo General proceda a nombrar a Inés
Arrimadas como candidata a la Presidencia del Gobierno.
Ángel
Milla