El pasado viernes, tal como estaba previsto, tuvimos una reunión con el
responsable de Acción Política de UPyD y Diputado en el Congreso, Carlos
Martínez Gorriarán, y, en contra de las
reservas que expresé en mi anterior
artículo, sí, se habló de política general y también de aspectos relacionados
con UPyD Catalunya, aunque desde mi punto de vista y en mi opinión la reunión
resultó decepcionante.
Decepcionante tanto por los aspectos formales como por las cuestiones de
fondo sobre las que versó la propia reunión.
Realmente que a una reunión como la del viernes que, contando con la
presencia del máximo responsable de Acción Política de UPyD, con la situación
política existente en Catalunya y en España y teniendo en cuenta que en pocos
meses se celebrará el segundo congreso de UPyD, sólo asistan una escasa treintena
de personas es decepcionante.
Aunque lo realmente decepcionante es que, preguntado por esta circunstancia,
el responsable de Acción Política de nuestro partido lo considere como algo perfectamente normal porque es lo
que ocurre en todos los partidos. Ya sabemos que en España la participación
política deja mucho que desear y, tal como reflejan las encuestas, los partidos
políticos no son los más valorados por los ciudadanos españoles, pero UPyD se
creó con el convencimiento que esta desafección se producía con los partidos
viejos, con los partidos con estructuras enquistadas y alejadas de los
ciudadanos, con los partidos que
funcionan como un fin en sí mismo en vez de cómo un medio para defender los
derechos de los españoles pero, ¿con UPyD también? ¿UPyD, el partido que tiene
como objetivo la regeneración democrática de la vida política española, ya es
igual de viejo que los demás? ¿Qué ha ocurrido para que, contando con un ideario totalmente necesario para la
sociedad española, obteniendo un innegable éxito electoral y habiendo
disfrutado de una extraordinaria afiliación, ahora la
participación esté reducida a mínimos y sean muchos más los que se han ido que
los que nos hemos quedamos? Y espero que no haya ningún insensato vanidoso que
piense que los que se han ido son mejores que nosotros.
Este sí que es un asunto para estudiar y aclarar en el próximo congreso y
no si la estructura que marcan los Estatutos se adecua a la realidad o no.
Realmente este partido se nos ha hecho viejo en cuatro días. Con la cuarta
parte del país en paro; con miles de personas arruinadas por la codicia
desmedida del mundo financiero, desesperadas por no encontrar justicia y con
una crisis institucional de imprevisibles consecuencias, a UPyD, tal como nos
comunica el máximo responsable de Acción Política, lo que se le ocurre es
plantear una reforma orgánica, directamente relacionada con el control del
partido, con el objetivo de reducir la estructura que marcan los Estatutos. No
me atrevo a poner ningún calificativo, de todos los que se me ocurren, a esta
iniciativa que me parece totalmente inapropiada, por decirlo suavemente. O sea,
que lo que nos propone la dirección del partido es que, ante la pérdida
incesante de afiliados, lo adecuado es reducir la estructura del partido. Pues
no, no señor, (aparte de que resulta patético que en las circunstancias
actuales UPyD dedique tiempo a estas cuestiones), que no se toque para nada la
estructura territorial que tenemos, que el ver todos esos consejos locales sin
afiliados sea un acicate para que el Consejo de Dirección realice la
correspondiente autocrítica y encuentre las razones por las que dichos consejos
se han quedado sin afiliados.
Evidentemente, la solución fácil es anularlos, aunque ante esa decisión me pregunto, ¿UPyD no tiene intención de
recuperar la implantación territorial que tenía hace cuatro años? ¿UPyD
pretende realizar su acción política desde los medios de comunicación?
Desde luego, manteniendo la cuota de afiliación en los niveles en que está
no se facilita ese aumento de afiliados. Más bien, contribuye a que muchos, más
o menos descontentos con la dirección orgánica del partido, se vayan por lo
elevado de la cuota. Estos días todos los afiliados hemos recibido una carta de
Rosa Díez en la que se hace referencia expresa a este tema de una forma muy
desafortunada. Por un lado se reconoce el problema de lo elevado de la cuota de
afiliación y por el otro se abandona a los afiliados sin proponer una solución
adecuada, más allá de constatar que muchos afiliados tienen que pasar por la
desagradable situación de tener que solicitar la reducción de cuota. ¿No sería
mejor y más democrático para UPyD tener
más afiliados pagando una cuota normal
que no pocos pagando la cuota más alta del panorama político español? Y esto
sin tener en cuenta la manifiesta inconstitucionalidad de que para pertenecer a
un partido político a los españoles se les discrimine por razones económicas.
Otro tema que, en mi opinión, también
habrá que tomar en consideración en el próximo congreso.
Volviendo a lo que se habló en la reunión del pasado viernes, a día de hoy,
todavía no tengo claro con qué intención
se hizo referencia a un expediente de expulsión que se ha incoado a unos concejales de UPyD en un pueblo
de Andalucía. Y no lo tengo claro por varias razones. En primer lugar, de todo
lo que se nos contó, este asunto era de lo
más desconocido para todos y el que menos nos podía interesar; en segundo
lugar, ¿se pretendía realizar algún tipo de advertencia?, y, en tercer lugar, ¿se
pretendía, simplemente, enfatizar sobre algo que debería ser obvio en UPyD,
esto es, que quién incumple los Estatutos o las decisiones legítimas del
Consejo de Dirección responde de acuerdo con los propios Estatutos?
Me gustaría inclinarme por la tercera posibilidad, porque es la que
coincide con mi idea de UPyD, y creo que con la de la inmensa mayoría, y porque
también es la que refleja Rosa Díez en su carta a los afiliados. La supremacía
de nuestros Estatutos y la igualdad de todos ante ellos.
Y digo me gustaría porque la realidad no es así. Desconozco con exactitud
cuáles son las circunstancias en las que se les ha incoado expediente de
expulsión a los citados concejales, pero si, tal como se nos dijo, han pactado
a espaldas del partido y obtenido beneficio de dicho pacto, no hay nada que
objetar. La corrupción económica hay que erradicarla de raíz, pero lo mismo que
la corrupción política. En UPyD no podemos permitir el que se ocupen cargos al
margen de lo establecido en los Estatutos. Y en esta idea pedí explicaciones a
quién correspondía, lo expuse en mi anterior artículo y lo vuelvo a manifestar
aquí, ¿por qué el Consejo de Dirección no toma las medidas estatutarias
correspondientes contra el miembro del
propio Consejo de Dirección que está actualmente atribuyéndose la función de
Portavoz del Consejo Territorial de Catalunya sin poder serlo? ¿Tienen
diferentes obligaciones o derechos los citados concejales de Andalucía que un
miembro del Consejo de Dirección?
Lo lamentable de este asunto es que cuando a este consejero se le llamó la
atención sobre esta circunstancia, su contestación fue decir que es una
tontería el preocuparse de estas cuestiones y manifestó su total indiferencia,
(opiniones que parece ser que avala el responsable de Acción Política al hacer
referencia expresa a inútiles querellas internas, preocupante), demostrando su
profundo desprecio por las más elementales normas de comportamiento democrático.
Hubiera bastado que el responsable territorial lo hubiera nombrado miembro de su junta, y lo hubiera hecho
públicamente, para que pudiera ser nombrado Portavoz por delegación, pero,
claro, entonces se habría tenido que presentar ante la Asamblea para conseguir
una ratificación que él, con toda la razón, la debe considerar incierta. Ha
preferido saltarse los Estatutos antes que presentarse ante la Asamblea y
poniendo en evidencia a quién lo nombró.
En esta reunión salió a relucir la palabra “virrey” y salió en boca del responsable de Acción Política
para, como no podía ser de otra forma, dejar claro que en UPyD no se nombran
virreyes. Y, evidentemente, no se nombran, pero la actitud y los modos del
citado consejero es lo más parecido a la función de un virrey. Desde que este
afiliado fue nombrado miembro del Consejo de Dirección, UPyD Catalunya ha
sufrido una incesante pérdida de afiliados, se ha desmontado un Consejo
Territorial democráticamente elegido, se desaprovechó la oportunidad de
organizar un consejo de amplia representación sobre la gestora que sustituyó al
anterior consejo y se está a punto de desmontar el segundo Consejo Territorial
elegido democráticamente. Toda una carta de presentación.
Espero que no se actúe con el estilo del ex-presidente Zapatero, de no
darse por enterado, ni con el del Presidente Rajoy, de no hacer nada, y que se sea
consecuente con lo que manifiesta UPyD en el Congreso, tal como recalcó Irene
Lozano hace unos días durante una comparecencia: “No hay estado de derecho si
las élites se quedan al margen de la ley”.
Como no podía ser de otra forma, también salió el tema recurrente de
Ciudadanos y, como ya es habitual, se volvió a constatar que lo que piensa el
responsable de Acción Política al respecto y una parte importante de los
afiliados a UPyD Catalunya es totalmente diferente.
Quizás a los que vivís fuera de Catalunya la situación que aquí vivimos os
importe realmente poco, más allá de alusiones patrióticas a la unidad de
España, pero a los que vivimos aquí y aspiramos a que esto siga siendo así nos
importa mucho y muy mucho. Y por eso nos cuesta entender que la quintaesencia
del pensamiento político de UPyD esté definida por un absurdo independentismo
respecto de los demás partidos. ¿Al paso que vamos, cuantas legislaturas
tenemos que esperar para ser decisivos en Catalunya y en España? Desde luego
que transmitiendo la idea de que hay que reducir la estructura territorial,
parece ser que muchas. ¿Por qué fijarse en lo que han resuelto mal el PSOE y el
PP y no fijarse en lo que ha resuelto de una forma extraordinaria, para sus
intereses, CiU? ¿O este caso no lo ha estudiado el responsable de Acción
Política de UPyD? ¿Por qué esa aversión, no ya a pactar con C,s., sino siquiera
a plantear la posibilidad de dicho pacto?
También aquí en Catalunya hay compañeros que opinan que para UPyD es mejor
ir en solitario y seguir con ese “mantra” de que somos un partido nacional, a
pesar de que, después de dos elecciones, en la comunidad más poblada tenemos
una representación mínima y en la segunda ninguna. En la mitad del estado somos
meramente testimoniales.
Y sí, como opinión perfectamente legítima, hasta es posible que sea cierta,
y para UPyD sea mejor. Pero mucho me temo que los ciudadanos, los de aquí y los
de allá, no están en situación de
esperar a la consolidación de UPyD a nivel nacional, así que, o nos decantamos
como opción política, por consolidar a UPyD en todo el territorio nacional, y
no se ve cuando se podrá conseguir ese objetivo, y abandonamos toda posibilidad
de ser decisivos de inmediato o buscamos alianzas o pactos con partidos,
asociaciones o grupos afines a nuestro ideario que nos permitan tener la
envergadura necesaria para ser decisivos y, no solo poner de manifiesto las
injusticias que padecen los ciudadanos, sino resolverlas. Este es el dilema de UPyD, crecer con el objetivo
de consolidar el partido en solitario o crecer junto a otros para realmente
intentar resolver los problemas de los ciudadanos. Y lo primero que habría que
hacer es ver si las propuestas de colaboración que periódicamente lanza C,s.
son reales o meros efectos propagandísticos. No quedará muy bien que en las
próximas elecciones Europeas vayamos en coalición con otros partidos y en
cambio, en casa, seamos incapaces de hacerlo con un partido que es casi clónico
de UPyD, a pesar de que el responsable de Acción Política de UPyD nos avergüence presumiendo públicamente
de desconocer el programa político del partido más cercano a nosotros y que en
Catalunya siempre lo eligen muchas más
personas que a nosotros.
Para acabar, me molestó muchísimo, como a otros afiliados, que se nos
acusara de estar “mirándonos el ombligo” por preguntar sobre los problemas que
tenemos en Catalunya y por buscar soluciones. Muy desagradable y muy injusto.
No sé si se es consciente de que a UPyD Catalunya lo mantenemos vivo los
afiliados que seguimos todavía, que buscamos soluciones reales y no ficticias,
que asistimos a los actos del partido, que nos pateamos nuestras ciudades
repartiendo nuestras ideas y que queremos una solución real y política a la
actual situación en que nos encontramos.
En fin, como ya expresé al
principio, una reunión muy decepcionante en la forma y en el fondo, que en vez
de servir para aportar soluciones solo dejó dudas, un manifiesto desagrado por
esa molesta afición que tiene algunos a reprender a los demás y una pregunta,
¿realmente, a qué vino el responsable de Acción Política a Barcelona?
Angel Milla